¿Inciden las rupturas permanentes de vinculos erotico-afectivos en el desarrollo de la identidad del hombre (varon) joven, en el "mundo líquido"?

El mundo Lìquido

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Soledad o compañia??

jueves, 25 de octubre de 2007

Identidad

Aquí las identidades flotan en el aire, algunas elegidas por uno, pero otras infladas y lanzadas por quienes nos rodean

1 comentario:

Nohema dijo...

He apreciado su trabajo. Creo que muestra un interés real por el tema y el autor. Como psicólogas representa abrir una puerta a los retos relacionados con el comenzar a interrogar todo lo que parece "natural", "común",o "normal"
Prof. Nohema Hernández


Amor sin Identidad
Zigmunt Bauman es quizás uno de los mejores sociólogos contemporáneos, preocupado por el análisis de la sociedad actual que vive en un “mundo líquido”, es decir saturado de cambios constantes que se imponen a la condición humana. Esto incide en toda clase de relaciones sociales, lo que conlleva que hombres y mujeres tengan temor, inestabilidad e inseguridad en el momento de establecer relaciones afectivas, generando relaciones “líquidas e inconsistentes”, con previo temor de involucrarse en una relación perdurable, por lo cual es frecuente la ruptura de estas, lo cual conduce a preguntarnos: ¿Inciden las rupturas permanentes de vínculos erótico-afectivos en el desarrollo de la identidad del hombre (varón) joven, en el “mundo líquido”?, para responder a este interrogante, se empezará con un recorrido por los distintos autores que hacen referencia al tema, en donde se encontrará implícitos una serie de argumentos que permitirán una mayor comprensión del “mundo líquido”, paralelamente a esto se proporcionará unas explicaciones de las citas respecto al “amor líquido” y la identidad en el hombre, por ultimo se planteará las conclusiones que abordan los aspectos mas relevantes del tema.
Se propone en primer lugar como punto de vista propio, que las rupturas amorosas afectan la construcción de la identidad individual del ser humano, en donde el hombre (varón), quien nos interesa en este caso, huye a construir relaciones estables por sus pasados fracasos amorosos o por miedo a perder su individualidad e independencia; de esta forma basan las relaciones implícitamente en la dimensión costo-beneficio. Se considera que en el contexto donde nos encontramos actualmente existen malestares sociales relativos a la globalización económica que influyen en la formación de nuestra identidad y nos exigen cada vez más sobresalir en el plano del dinero y el consumo. Actualmente las personas no hablan de relaciones amorosas o afectivas, sino que estas se han convertido en formación de redes o conexiones. Como afirma Bauman (2005a), no nos encontramos, nos conectamos; concepto que ha sido parte del desarrollo social postmoderno.
En la era de la globalización y el actual consumismo se necesitan identidades manejables, que cambien según la época y las necesidades materiales. Por ejemplo Bauman (2005a), plantea que los individuos del “mundo líquido” tienen una identidad que no es perdurable en el tiempo. Cabe resaltar que así como cambia constantemente nuestra propiedad, también cambian colectivamente los individuos, haciendo que las relaciones que involucran algún sentimiento de interdependencia desaparezcan. Esto sucede porque los intereses individuales y los que proporcionan felicidad ya no son los de construir una familia y aquellas relaciones de “hasta que la muerte los separe”, sino, por el contrario, la felicidad se basa en relaciones cortas e independientes, con la seguridad que el hombre no perderá su independencia en el transcurso de la relación, haciendo que actualmente los individuos se “comprometan socialmente”, formando acuerdos recíprocos basados en intereses individuales y no comunes.
De este modo podemos entender cómo la construcción de lo humano se crea de una forma flexible teniendo que adaptarse constantemente y así tratar de evitar que sea desechado por la misma sociedad. En las relaciones amorosas aún existen hombres que creen en las relaciones duraderas, en donde el romanticismo es la base de la relación; este pensamiento es ambiguo y no se acomoda a las relaciones amorosas de la actualidad, haciendo que progresivamente desaparezcan. Es más fácil desechar a los individuos con los cuales hay riesgo de dependencia afectiva, porque en la actualidad estamos en la tarea de ser personas autosuficientes evitando que nos veamos afectados por sentimientos de apego hacia otros. Por esto se ha vuelto constante el cambio de pareja, tres meses ya es mucho para un noviazgo. Ahora es preferible ser consiente que la relación de pareja no va a durar mucho, se basa en el presente y no en una construcción para el futuro. Lo fundamental es que los individuos se amolden al “mundo líquido”, siendo buenos consumidores y seguir en el juego como piezas.
De otra parte, la inestabilidad afectiva del hombre joven puede estar también asociada a su inexperiencia con aquel mundo que aún es desconocido. Según afirma Trimbos (1968):
La psicología de los jóvenes que, procediendo en su mayoría de un medio ambiente protegido, se encuentran luego en una situación sin demasiada responsabilidad social, se caracteriza por la inestabilidad, por una búsqueda o por una discrepancia entre el desarrollo intelectual y la cantidad de conocimiento, que aumenta con rapidez por una parte, y por el desarrollo de los sentimientos y de la experiencia por la otra. (p. 254)
Lo anterior nos permite entender que la inestabilidad de los vínculos erótico-afectivos que se construyen actualmente, puede ser atribuida también a la falta de madurez que vivencia los hombres jóvenes quienes todavía viven bajo la protección de los adultos, lo cual les impide enfrentarse con responsabilidad a un mundo que está en constante cambio y con madurez en las relaciones amorosas, como afirma Fromm (1972) en una cita, explicando la madurez e inmadurez en una relación de pareja:
El amor infantil sigue el principio: "Amo porque me aman". El amor maduro obedece al principio: "Me aman porque amo". El amor inmaduro dice: "Te amo porque te necesito". El amor maduro dice: "Te necesito porque te amo".
El hombre inseguro asume sus relaciones sentimentales con un alto grado de miedo a las rupturas. Idea que complementa Bauman (2005a) exponiendo otra posible causa cuando afirma que la inseguridad en los hombres es tan grande que aunque tratemos de evitar la soledad, esta seguirá presente por la inestabilidad que se tiene en las relaciones afectivas.
En síntesis, vemos que en el mundo “líquido”, en el cual todo cambia, las relaciones pueden durar minutos y terminarse de un momento a otro. Por ejemplo, una pareja puede encontrarse una noche, “hacer el amor” y por la mañana ya ninguno de los dos sabe del otro. El concepto de amor se reduce a un solo acto; cuando decimos que “hacemos el amor”, ya no implica el cortejo sino que involucra el sexo. Ante esto es importante hacer referencia a Fromm (1972), quien afirma que la atracción sexual crea un espejismo de unión en el hombre y su pareja, la cual no subsiste en el tiempo, y por lo tanto deja a los individuos separados como en un principio. Actualmente algunas relaciones se consolidan comenzando con el acto sexual y luego sí se formaliza la relación; esto cada vez se vuelve más común entre la juventud: las relaciones son pasajeras e implican una atracción preferiblemente física; las relaciones no perduran en el tiempo, el amor es líquido y variable.
En el “amor líquido” los seres humanos no quieren quedarse solos, pero tampoco quieren estar acompañados de una sola persona toda su vida. La persona que triunfa en las relaciones es aquella que logra que en su relación amorosa corta no se produzcan sentimientos de interdependencia; logrando una armonía y una relación muy “fresca” con la pareja, libre de compromisos largos. Las relaciones duraderas hacen experimentar pérdida de control de los sentimientos y planes para el futuro; llevando a preferir correr entonces el riesgo que la persona amada se aleje, aunque esta soledad no sea tampoco lo que se quiere porque en el momento en que la pareja se va. Nuestra identidad, concepto que emergió en la crisis de pertenencia entre el “debería ser” y el “ser”, se ve cambiada constantemente por los individuos, tal y como lo afirma Bauman (2001):
El significado de la identidad, tal y como señalaba el último Christopher Lasch, remite tanto a las personas como a las cosas. Ambas han perdido su solidez en la sociedad moderna, su definición y continuidad. El mundo hecho de objetos duraderos ha sustituido por uno de productos desechables diseñados para su inmediata obsolescencia. En un mundo de estas características, las identidades puedes adoptarse y desecharse como quien cambia de vestido. (p. 113)
La identidad se vulnera, y aunque en la actualidad se está haciendo conciencia que todo lo que lo que comienza tiene un final, por ser esto lo que se acomoda para el mundo cambiante, el hombre y la mujer tienen miedo de fracasar en su vida sexual y emocional. Pero el entorno cuestiona más a un hombre el cual se ha quedado solo por una mujer, ya que constantemente tiene que mostrar su “hombría” y que tiene pleno control de las situaciones.
En conclusión, el hombre actual está cada vez más sumergido en una sociedad liquida, en donde la mejor técnica de supervivencia es vivir sin ataduras y adoptando distintos roles, según como va cambiando el contexto. Esto ha hecho que las relaciones que se tejen en una cultura consumista, donde estas se convierten en mercancía, sean inestables e inseguras, provocando rechazo hacia la dependencia emocional que pueda afectar. Se crean lazos frágiles y de corto plazo, sin involucrar sentimientos muy profundos y perdurables y evitando situaciones dolorosas que puedan incrementar la inseguridad en futuras relaciones. Además las identidades constantemente cambian conforme al contexto, actualmente una identidad sólida es una desventaja para la conformación de una relación estable. De esta manera, las bases para la conformación de relaciones amorosas y del núcleo familiar pueden cambiar con el paso del tiempo.
Otros autores como Fromm (1972), en su momento, consideraron necesario para la conformación de una relación la existencia de seguridad y el amor donde se arriesga y ofrece a la pareja algún tipo de garantía para que se pueda crear una relación afectiva estable, acompañada del respeto, logrando así libertad en la consolidación del amor hacia la pareja. En el mundo contemporáneo, por el contrario, son la incertidumbre y la inseguridad lo que marca los vínculos afectivos que se puedan crear. De modo que la sociedad da a conocer unas pautas de consumismo, y es el hombre quien decide cuando y como adoptarlas. Escogiendo que tipo de relación erótico-afectiva desea, una perdurable en el tiempo o una fugaz.